Pequeñas historias, cuentos, anécdotas o relatos para contar a mis nietos. Para: Laura, Elena, Carlos, Irene, Max, Enrique, Javier, Elisa, Fernando y Nicolás.

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13 febrero 2012

La Pieza

Tenía mérito ir en bicicleta a Villamediana de Iregua.  Y es que la guardábamos en un tercer piso y había que bajarla y subirla por las escaleras. El caso es que mi padre se fue a “la pieza”, un terreno sembrado de patatas para el consumo familiar que su hermano Eusebio le cuidaba a cinco kilómetros de Logroño. Mientras pedaleaba iría pensando en muchas cosas. La primera – supongo – que tanto viaje para traer ocho o diez kilos de patatas. Pensaría en la época en la que trabajaba en las Bodegas Franco-Españolas o en sus trabajos actuales en la Fábrica de Tabacos o quizás en los dos coches que tenía en “el punto” con su hermano Tino. El “Nash” M-36.000, adquirido para los viajes largos y ahora cerrado por negarse a ponerle un gasógeno; y el pequeño “Ford” para las carreras cortas que necesitaba constantes reparaciones. ¡Qué tiempos!  Mientras miraba los paisajes conocidos recordaría su época de joven de veintidós años conduciendo por París un “Steir” como chófer de la familia Jalón. Y en estos pensamientos se fue acercando a “la pieza” cuando descubrió a un gitano que se le había adelantado. No era un hombre violento pero montó en cólera y logró requisarle la afilada navaja con la que extraía las patatas.

         Mi hermano Carlos que guardó durante años la navaja y que la venía usando como delicado abrecartas me ha enviado una foto de la misma.




09 febrero 2012

Gatos

        
         Mi abuela tenía un gato con las orejas de trapo… No, esto no es. Que mi abuela Isabel tenía un gato que se llamaba “Pirracas” y ronroneaba a los pies de mi cuna de bebé y todos le decían a mi madre que tuviera cuidado con el gato porque podría atacar al niño, pero “Pirracas” siempre veló mis sueños primeros y será por eso que me gustan los gatos. No es que no me gusten los perros, pero los gatos son independientes  e inquietantes y nos miran de frente y hacen que desviemos la mirada porque no olvidamos que son felinos y ahí queda el temor de que no les guste nuestro gesto y salten de repente y nos tiemblen las piernas.

         Pero es que los gatos son suaves, silenciosos, tiernos y juguetones. Son ágiles, fuertes, inteligentes y refinados y además son muy limpios. Tienen poses fotográficas y en invierno se adormecen bajo los coches recién aparcados para disfrutar del calor de los motores.

         Andan solos o en grupos y son condescendientes con los niños y con los viejos y sólo los ruidos repentinos los dispersan como rayos y les ponen en riesgo grave al cruzar las calles.

         Además, sus pelajes pueden ser blancos o negros, canela, lila, miel, azules o rojizos; y sus ojos,  redondos u ovalados y algo oblicuos, verdes, azules o incluso rojos, y hasta de dos colores, lo que creo que se llama ojos dispares. Sí, los gatos son únicos y me gustan.